Recuerdo que al entrar a la secundaria todo fue muy
diferente ya que la educación primaria era algo diferente un poco mas inocente,
los nuevos compañeros, éramos unos completos desconocidos, aun así no fue muy difícil
adaptarse. Los primeros días un silencio cubría el salón de clase, era como si
cada quien viviera en su mundo, pero, esto no duro mucho, a la segunda semana
empezaban las platicas, los murmures
y en un mes parecería que nos conocíamos
de años, encajábamos perfectamente todos éramos diferentes, al mismo tiempo éramos
iguales. Al principio todo marcho bien un buen grupo como se esperaba, buenos promedios,
disposición, fácil de enseñar para los docentes, pero, como casi siempre un
momento de relajación cambia todo de pronto éramos un salón de juegos, a pesar
de esto supimos llevar bien las cosas, supimos sobre llevar a los maestros,
tenia maestros que me trataban como a un compañero, incluso maestras que tenia
un trato excelente con migo, todo esta magnifico nada de que preocuparse.
En el ultimo año una nueva maestra de español llego a la
escuela, pronto mis amigos y yo la tratamos, nos apegamos a ella creando un cierto
consentimiento que nos relajaría, que mas podía pedir, 10 en el primer
bimestre, en el segundo, ha nada de que preocuparse. De pronto todo cambio, sin
razón en el siguiente bimestre fui reprobado, vi mi calificación y dije que, se
lo comente a la maestra, me sorprendió tanto su respuesta, ¨ claro que estas
reprobado ¨ nos confiamos tanto que de pronto todo nos dio vuelta, me sentí mal,
pero después pensé que lo merecía y entendí que esto es la educación, tu caes
solo y te levantas pero esto te ayuda a no volver a caer.